El muro invisible
Julián caminaba todos los días hacia la escuela por la misma calle. Allí estaba ese muro enorme y gris, cubierto de grafitis viejos, que parecía dividir el barrio en dos mundos distintos. De un lado, edificios modernos y autos brillantes. Del otro, casas humildes, paredes descascaradas y calles llenas de chicos jugando a la pelota con pelotas de en su peor estado.
Aunque el muro no tenía rejas, casi nadie cruzaba al otro lado. No había ninguna ley que lo prohibiera, pero todos parecían convencidos de que aquel muro separaba a los que valían más de los que valían menos.
Un día, Julián conoció a Brenda, una chica que vivía del otro lado. Se cruzaron en la plaza, cuando ella estaba dibujando con tizas de colores sobre el piso. Julián se quedó mirando y, sin darse cuenta, terminó charlando con ella. Descubrió que Brenda leía mucho, que soñaba con ser arquitecta y que, a pesar de las dificultades, tenía una sonrisa enorme que iluminaba todo. Desde entonces, comenzó a visitarla en secreto. Le costaba admitirlo: tenía miedo de lo que sus amigos dirían si lo veían cruzando el muro.
Con el tiempo, Julián empezó a sentir rabia. ¿Cómo podía ser que todos creyeran en esa división absurda? ¿Cómo podía ser que nadie se animara a compartir la plaza, la escuela o el mismo barrio sin levantar prejuicios? Una tarde, Brenda lo invitó a pintar el muro con ella. Juntos hicieron un mural colorido con manos entrelazadas que cruzaban de un lado al otro. Cuando lo terminaron, algo inesperado ocurrió: la gente empezó a detenerse, a mirar y a hablar. Algunos se enojaron, pero otros se animaron a cruzar. Poco a poco, el muro invisible comenzó a perder fuerza.
Julián entendió que los muros más peligrosos no son los de cemento, sino los que levantamos en el corazón con prejuicios y miedos. Y que la única manera de derribarlos es con gestos valientes de encuentro.
Reflexión
¿Cuántos muros invisibles existen en nuestra vida diaria? ¿Qué prejuicios nos impiden conocer y valorar a otros?
Actividades
1. Escribir una carta imaginaria a alguien del ‘otro lado del muro’.
2. Dibujar un mural colectivo que simbolice la unión.
3. Hacer una lista de prejuicios que vemos en la sociedad y pensar alternativas para derribarlos.
4. Representar en una obra corta la historia de dos chicos separados por un muro.
5. Investigar en la historia algún ‘muro’ que haya dividido a pueblos o culturas y reflexionar sobre sus consecuencias.
La contraseña olvidada
Carla era popular en redes sociales. Tenía miles de seguidores y cada publicación suya recibía cientos de likes. Pero lo que nadie sabía es que, muchas veces, lo que mostraba no tenía nada que ver con lo que sentía en realidad. Una tarde, al intentar entrar a su cuenta, se dio cuenta de que había olvidado la contraseña. Buscó en papeles, en correos, en notas de su celular… nada. No podía acceder.
Al principio se desesperó: ¿cómo iba a vivir sin sus redes? Pero luego, el silencio digital le dio un respiro. Se dio cuenta de que hacía años que no se sentaba a leer un libro, que no escuchaba música sin pensar en grabarla para una historia, que no disfrutaba una salida sin buscar el mejor ángulo para la foto.
En esos días sin redes, Carla redescubrió su barrio, conversó con vecinos, escribió en un cuaderno y hasta se animó a cantar en un encuentro del colegio sin pensar en cuántos likes tendría. Fue entonces cuando se dio cuenta: había olvidado la contraseña digital, pero estaba recuperando la contraseña de su vida real.
Finalmente logró entrar de nuevo a su cuenta, pero esta vez decidió usarla de otra manera. No más máscaras ni fotos impostadas: solo cosas que de verdad la representaran. No era tan popular como antes, pero se sentía auténtica. Y esa autenticidad era la contraseña que nunca más quería perder.
Reflexión
¿Cuántas veces mostramos una versión editada de nosotros mismos? ¿Qué significa ser auténtico en la era digital?
Actividades
1. Escribir un diario personal (solo para uno mismo) durante una semana.
2. Hacer un debate: ¿las redes nos conectan o nos aíslan?
3. Crear un collage con fotos que representen lo auténtico de cada uno.
4. Proponer un ‘día sin pantallas’ en grupo y luego compartir la experiencia.
5. Escribir un texto creativo sobre cuál sería tu ‘contraseña’ de la vida real.
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