Cuento: Un vínculo que trasciende fronteras - ¿Dónde está Sofía? (4to Capítulo)

 Mateo había logrado reunir una parte del dinero, suficiente para cubrir algo del viaje y mantener encendida la esperanza. Pero aun le faltaba para poder cubrir todos los gastos que este viaje podría generar, ya que al no tener paradero de Sofía, no podían tener la certeza del tiempo que estarían allá. Su papá, consiguió prestado con amigos para poder acompañarlo. No era solo un viaje por ocio; era una aventura llena de incertidumbre. 

Llegaron a Madrid al atardecer, cuando la ciudad parecía detenerse para escuchar el rumor del viento entre las calles. Tomaron un taxi hasta el domicilio que recordaban. Sin embargo, al llegar, la fachada ya no era la misma, el departamento estaba ocupado por otro inquilino, alguien que no conocía a Sofía ni a su familia. 

—Podemos hablar con el portero o lo vecinos —dijo Mateo al padre, intentando que su voz sonara firme sin perder las esperanzas.

El portero, con las manos llenas de recuerdos de otros inquilinos y de mil historias de la ciudad, negó con la cabeza, tener información de la familia que ellos buscan.

—Lamento, pero ya no vive nadie de esa familia, se fueron hace meses, no dijeron a dónde— Solo los vi mudar sus cosas en un camión, muy apresurados, por cierto. —dijo el portero.

Mateo miró a su padre, buscando una señal de que aquello podía ser una pista, algo que les diera una ruta hacia Sofía. Pero la palabra “¿dónde?” resonó como un eco en su pecho. ¿Qué había pasado con Sofía? ¿Por qué nadie sabía su paradero?

La ciudad parecía moverse alrededor de ellos como un monstruo gigantesco en forma de remolino. Empezaron a preguntar en tiendas, cafeterías y parques cercanos, recogiendo fragmentos de historias: alguien recordó haber visto a una familia hablar con un agente de mudanzas; otra persona afirmó haber visto un camión lleno de cajas que partía hacia el Este de la ciudad. Pero nada les daba una certeza, solo pistas dispersas que no se unían.

Mateo sintió que la promesa del olivo y del cuaderno de sueños se volvía cada vez más frágil. ¿Qué había pasado con Sofía? ¿Había dejado la ciudad para siempre?. Lo cierto es que nada se sabía de Sofía y su familia. 

Con la mano temblorosa, sacó el cuaderno de sueños de su mochila y lo abrió en la página donde había escrito: “Volveremos a cruzarnos en algún punto del mapa”. Las letras parecían parpadear, como si le quisiera dar una señal de la ubicación de Sofía. Pero una cosa sabía Mateo con claridad: la promesa no podría apagarse solo porque la ausencia se hiciera larga. Si Sofía seguía existiendo, si aquella chispa de su amistad seguía viva, entonces había que buscarla con otras herramientas: archivos, redes, personas que podrían recordarlos, lugares que podrían haber dejado alguna marca en esta historia.

Esa noche, Mateo y su padre se sentaron en una pequeña pensión, lejos de la prisa de la ciudad y de las luces que parecían burlarse de su angustia. Hablaron de planes para continuar la búsqueda: contactar a la embajada, revisar listas de eventos internacionales donde jóvenes de intercambio o estudiantes migrantes pudieran haber dejado huellas. También discutieron la posibilidad de hacer una campaña de búsqueda más amplia: conectar a la escuela donde Sofía asistía, organizaciones de ayuda a jóvenes, foros de familias que habían pasado por experiencias similares. ¿Dónde trabajaba el Papá de Sofía? 

El papá de Mateo, lo único que recordaba era que el padre de Sofía era comerciante, pero...¿Qué comerciaba? 

Al día siguiente, Mateo fue a la plaza del centro a visitar el olivo que Sofía había plantado en Madrid, ese símbolo de paz y esperanza. En cada hoja, en cada foto que Sofía le había enviado, veía una promesa de regreso, una señal de que la distancia no era un muro, sino un camino que debían recorrer juntos en algún momento.


Continuará...




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