Acera de mi
Mi nombre es Carlos Pereyra y vivo en La Boca. Toda mi vida —o gran parte de ella— he estado vinculado a la familia salesiana. Mis primeros pasos los di en el Batallón 5 de Exploradores Argentinos de Don Bosco, en el barrio de La Boca. Allí aprendí mucho sobre este estilo de vida. Al principio, solo era un miembro más del Batallón, y creía que los del oratorio eran solo rivales. Nos enfrentábamos en el patio en algún partido y eran como esos clásicos del barrio.
Con el tiempo, fui entendiendo que, en realidad, no se trataba de rivalidad. Es cierto que vestíamos diferentes uniformes o hacíamos actividades distintas, pero la esencia era la misma: éramos parte de algo más grande. Descubrí que había otros sectores, como el grupo juvenil, el oratorio festivo, el oratorio nocturno, la catequesis, e incluso una murga llamada "Los Pibes de Don Bosco". Todos compartían el mismo propósito: abrir las puertas, recibir a los chicos, aprender, enseñar, divertirse y, sobre todo, evangelizarse.
Fue así que empecé a involucrarme en estos otros grupos, participando en algunos sin abandonar jamás el Batallón, que siempre fue mi lugar predilecto. Además, me formé y fui formador de animadores.
Tiempo después, ya de adulto, logré trabajar en otra Casa Salesiana, donde encontré grupos similares, con algunas costumbres diferentes, aunque con el mismo entusiasmo por vivir y transmitir esa alegría de ser parte de esta familia. Santa Catalina me abrió las puertas, me acogió, me enseñó, y hoy aquí estoy, contando toda esta historia.
Para cerrar, quiero decir que mi hijo estudia en este colegio, y me llena de orgullo que siga mis pasos. No sé si será por la influencia de alguno de los grupos que mencioné, pero el hecho de que forme parte de la escuela ya lo hace parte de esta inmensa familia salesiana.
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